Cuando el silencio
se hace presente
y la noche abraza al mundo,
naces como un soplo de conciencia.
Raíces profundas en la tierra,
ramas abiertas al infinito.
Eres el eje secreto
que une lo visible
con lo eterno.
En cada luz
vibra una plegaria.
En cada adorno,
un recuerdo sagrado,
un deseo entregado al universo.
No brillas para adornar,
brillas para recordarnos
la luz que habita en nuestro interior
cuando aprendemos a detenernos.
El tiempo se disuelve.
El corazón se abre.
La respiración se vuelve plena.
Por un instante,
somos presencia.
Somos calma.
Somos hogar.
Árbol de Navidad,
símbolo del alma despierta,
enséñanos a sostener la luz
con humildad y amor.
Que tu resplandor
nos guíe suavemente
hacia un año nuevo
arraigado en la paz,
abierto a la conciencia,
y fiel a la esperanza.
@Maria Rosa Vilaplana Civit
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