Cuando la vida transcurre sin sobresaltos, de forma cómoda o placentera, y lo que llega me gusta, le gusta a la mente, todo parece fluir de forma sencilla y natural, y pienso ¡que fácil! ¡Soy uno con la vida!, hasta que en el siguiente momento sucede algo que sacude ese orden y esa comodidad y de pronto me siento maltratada, ofendida o engañada, y eso genera en mí angustia y tensión porque pienso que esos movimientos irracionales de la vida siempre me cogen desprevenida, pero simplemente llegan como cualquier otro en su eterno cambio y equilibrio de los opuestos, sencillamente que a éste le ha salido un personaje que dice que no le gusta.
Este conflicto y distorsión mental que se produce cuando se interpone un ego que no acepta "lo que es", me va a dar pistas para descubrir una parte de la vida que aún no tengo integrada, y que por lo tanto, me impedía vivir como totalidad.
Responsabilizárme de ese fuego emocional es tarea prioritaria si quiero respetar el cuerpo, pero todo intento de mejorar a la persona en su misma dimensión me hace derrochar una energía que necesito para orientarme en la dirección correcta, en la dirección de mi Esencia o Presencia de Ser.
Y puesto que la persona sólo es un reflejo de lo real en la mente, de lo que me ocupo es de limpiar el espejo para que la imagen sea lo más nítida posible, limpiarlo de las falsas ideas e identifícaciones que se acumulan en él oscureciéndolo y distorsionándolo, y de esa manera las acciones ya surgen desde el lugar adecuado y con la claridad y caridad necesarias a cada situación.
Ya no es entonces la persona la que actúa, sino que es el universo el que actúa a través de ella.
En esa Conciencia Testigo, o ese estado de Presencia, soy simple observador de cualquier experiencia que se presente, tanto sea placentera como dolorosa, al igual que de su ausencia, y habíendo desplazado el eje, de lo que sucede, al que le sucede, he creado la distancia necesaria para superar la falsa identificación.
Entonces La Aceptación surge como resultado de una madurez que me permite ver la vida como una e indivisible, aunque se exprese de múltiples maneras, y de un orden o poder superior que la mueve.
En esa entrega, en ese abandono a "lo que es", en dejar llegar lo que llega, y en dejar marchar lo que se tenga que marchar, ya no queda espacio para la aparición de "un ego", que sólo traía división y resistencia, y que impedía la apertura a esa Conciencia que en todo momento SOY.
Este conflicto y distorsión mental que se produce cuando se interpone un ego que no acepta "lo que es", me va a dar pistas para descubrir una parte de la vida que aún no tengo integrada, y que por lo tanto, me impedía vivir como totalidad.
Responsabilizárme de ese fuego emocional es tarea prioritaria si quiero respetar el cuerpo, pero todo intento de mejorar a la persona en su misma dimensión me hace derrochar una energía que necesito para orientarme en la dirección correcta, en la dirección de mi Esencia o Presencia de Ser.
Y puesto que la persona sólo es un reflejo de lo real en la mente, de lo que me ocupo es de limpiar el espejo para que la imagen sea lo más nítida posible, limpiarlo de las falsas ideas e identifícaciones que se acumulan en él oscureciéndolo y distorsionándolo, y de esa manera las acciones ya surgen desde el lugar adecuado y con la claridad y caridad necesarias a cada situación.
Ya no es entonces la persona la que actúa, sino que es el universo el que actúa a través de ella.
En esa Conciencia Testigo, o ese estado de Presencia, soy simple observador de cualquier experiencia que se presente, tanto sea placentera como dolorosa, al igual que de su ausencia, y habíendo desplazado el eje, de lo que sucede, al que le sucede, he creado la distancia necesaria para superar la falsa identificación.
Entonces La Aceptación surge como resultado de una madurez que me permite ver la vida como una e indivisible, aunque se exprese de múltiples maneras, y de un orden o poder superior que la mueve.
En esa entrega, en ese abandono a "lo que es", en dejar llegar lo que llega, y en dejar marchar lo que se tenga que marchar, ya no queda espacio para la aparición de "un ego", que sólo traía división y resistencia, y que impedía la apertura a esa Conciencia que en todo momento SOY.
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