“CUANDO UN HOMBRE O MUJER PLANTA ARBOLES A CUYA SOMBRA SABE QUE NUNCA HABRA DE SENTARSE, HA COMENZADO A ENTENDER EL SENTIDO DE LA VIDA”.































domingo, 11 de diciembre de 2011

EL SABIO, EL CAZADOR Y LOS LOROS



Había una vez un sabio que vivía en una selva en la que habitaban muchos loros. Un buen día, un cazador vino y extendiendo su red se llevó algunos de ellos. Al día siguiente, regreso de nuevo a la selva con su red y volvió a cazar muchos loros.
El sabio al ver esta crueldad, se dirigió hacia el cazador y le preguntó porque lo hacía. Este le contesto que era de lo que vivía y con lo cual mantenía a su familia. El sabio le pidió que le dejara uno de los loros y se llevase el resto, a lo que el cazador asistió para poder librarse del sabio.
Llegado a su choza el sabio comenzó a enseñarle al loro una frase, para que fuera por toda la selva advirtiendo a los demás el peligro que corrían con el cazador.
La frase era: “el cazador vendrá, os echará de comer, extenderá su red, no comáis, escapad, huid muy lejos”… una y otra vez repitió la frase hasta que el loro se la aprendió. Seguidamente lo soltó y le indicó que volase por toda la selva repitiéndola para advertir a todos los loros.
En poco tiempo, toda la selva era un clamor repitiendo en voz de los loros la frase aprendida del sabio.
Al día siguiente, el cazador volvió y de nuevo dejo la red extendida. Más tarde regresó a recoger su caza cuando escucho que todos los loros de la selva repetían: “el cazador vendrá, os echará de comer, extenderá su red, no comáis, escapad, huid muy lejos”. Comprendiendo que el viejo sabio le había engañado, se dirigió a recoger la red con la idea de venderla en el mercado y dedicarse a otro medio de vida, ante su sorpresa, cuando llego al lugar donde tenía su red extendida, observo que todos los loros de la selva estaban prendidos en ella y repitiendo todos juntos: “el cazador vendrá, os echará de comer……”.
Cuando el sabio vio aquello exclamó: “Dios mío, pero ¿para que os enseñé esto, para que lo repitáis o para que lo pongáis en práctica?”.
Así ocurre en la vida real de los humanos, los Maestros nos ofrecen sus enseñanzas y nosotros somos como los loros solamente las repetimos pero no las ponemos en práctica.

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