La palabra “afluencia” viene de la raíz latina affluére (es decir, “fluir hacia”), y significa “fluir en abundancia”.
El dinero realmente es un símbolo de la energía vital que intercambiamos y de la energía vital que utilizamos como consecuencia del servicio que le prestamos al universo.
Al dinero, también se le llama moneda corriente, nombre que refleja igualmente la naturaleza fluida de la energía. La palabra corriente viene del latín currére que significa “correr” o “fluir”.
Por lo tanto, si impedimos la circulación del dinero si nuestra única intención es acapararlo y aferrarnos a él, impediremos también, que éste vuelva a circular en nuestra vida, puesto que el dinero es energía vital.
Para que esa energía fluya constantemente hacia nosotros, debemos mantenerla en circulación. Al igual que un río, el dinero debe mantenerse en movimiento o, de lo contrario, comienza a estancarse, a obstruir, a sofocar y a estrangular su propia fuerza vital.
La circulación lo mantiene vivo y vital. Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo.
Y si detenemos el flujo desde alguno de los dos polos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza. En toda semilla está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil.
A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material. Cuanto más demos, más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida.
En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar, ni vale la pena darse, ni vale la pena recibirse.
Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
Fuente: DEEPAK CHOPRA
Al dinero, también se le llama moneda corriente, nombre que refleja igualmente la naturaleza fluida de la energía. La palabra corriente viene del latín currére que significa “correr” o “fluir”.
Por lo tanto, si impedimos la circulación del dinero si nuestra única intención es acapararlo y aferrarnos a él, impediremos también, que éste vuelva a circular en nuestra vida, puesto que el dinero es energía vital.
Para que esa energía fluya constantemente hacia nosotros, debemos mantenerla en circulación. Al igual que un río, el dinero debe mantenerse en movimiento o, de lo contrario, comienza a estancarse, a obstruir, a sofocar y a estrangular su propia fuerza vital.
La circulación lo mantiene vivo y vital. Toda relación es una relación de dar y recibir. El dar engendra el recibir, y el recibir engendra el dar. Lo que sube debe bajar; lo que se va debe volver. En realidad, recibir es lo mismo que dar, porque dar y recibir son aspectos diferentes del flujo de la energía en el universo.
Y si detenemos el flujo desde alguno de los dos polos, obstaculizamos la inteligencia de la naturaleza. En toda semilla está la promesa de miles de bosques. Pero la semilla no debe ser acaparada; ella debe dar su inteligencia al suelo fértil.
A través de su acción de dar, su energía invisible fluye para convertirse en una manifestación material. Cuanto más demos, más recibiremos, porque mantendremos la abundancia del universo circulando en nuestra vida.
En realidad, todo lo que tiene valor en la vida se multiplica únicamente cuando es dado. Lo que no se multiplica a través del dar, ni vale la pena darse, ni vale la pena recibirse.
Si al dar sentimos que hemos perdido algo, el regalo no ha sido dado en realidad, y entonces no generará abundancia. Cuando damos a regañadientes, no hay energía detrás de nuestro acto de dar.
Fuente: DEEPAK CHOPRA
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