Cuando entramos en contacto con un cristal, nuestras vibraciones y las suyas se alinean, de manera que nos cede sus propiedades, y sus efectos los podemos sentir tanto en el cuerpo físico, como en el emocional o mental.
“CUANDO UN HOMBRE O MUJER PLANTA ARBOLES A CUYA SOMBRA SABE QUE NUNCA HABRA DE SENTARSE, HA COMENZADO A ENTENDER EL SENTIDO DE LA VIDA”.
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